Estimados feligreses y seguidores del blog:

Este blog ha estado acercándonos virtualmente a la parroquia puntualmente desde 2008, mientras el proyecto de la página web se ponía en marcha.

Ante la finalización y puesta en marcha de dicha web, la actividad de este sitio pasa a ser publicada en la web oficial, la cual podéis encontrarla en el enlace https://www.sanjoseysantamaria.com/

También podéis seguir a la parroquia a través de sus cuentas de Facebook y de Twitter.

Gracias a todos.

https://m.facebook.com/story.php?story_fbid=1441545886016131&id=206769596002400&notif_t=page_post_reaction&notif_id=1584897096169651&ref=m_notif

Queridos feligreses y seguidores del blog:

Ante esta crisis pandémica que estamos sufriendo, y para facilitar a todos la celebración de la eucaristía desde nuestra parroquia a vuestras casas, las eucaristías las estamos retransmitiendo en directo desde nuestra página de Facebook.

Todos aquellos que tengáis perfil de Facebook, buscad a la parroquia y pedido amistad, para poder acceder al enlace de cada día, para vivir en comunidad en la distancia la celebración de cada día.

El perfil de la parroquia es

Parroquia San José y Santa María (PP. Filipenses).

Os esperamos en cada celebración.

YA LA TIENES. COLABORA. ¡suerte!

Ya puedes pedir tu participación en la lotería de la parroquia, o puedes pedir un décimo con el mismo número de años anteriores. Es una manera de colaborar con la parroquia, y además puede tocar.

Hola a todos.

Como sabéis este mes de octubre ha sido propuesto por el Papa Francisco como mes misionero, y entre otras propuestas pide que en toda la Iglesia se tenga una oración ante el Santísimo para rezar por las misiones.

En nuestra parroquia la tendremos este sábado a las 19,00 h.

Participar en este momento de oración es también actualizar nuestro ser misionero que nace de nuestro bautismo.

El domingo la misa de las 13:00 h. será la Misa de Envío de todos los agentes pastorales y “Piedras Vivas” de la parroquia.

Hazte presente. Un abrazo.

John Henry Newman será el próximo santo de la Iglesia católica. El 13 de octubre será canonizado en una ceremonia presidida por el papa Francisco, y en la que también lo serán cuatro personas más, todas mujeres: Giuseppina Vannini, María Teresa Chiramel, Dulce Lopes Pontes y Margarita Bays.

Una vida apasionante, una conversión que conmocionó a Inglaterra, y un potente legado intelectual, sugerente para el mundo de ayer y de hoy. Grandes temas como fe y razón, conciencia, política, educación, laicado, fueron ampliamente desarrollados en sus escritos.

Newman está más vigente que nunca: los problemas actuales, en gran medida, son similares a los de la Inglaterra victoriana de su época: entre otros, la compresión racional de Dios, la necesidad de la formación del laicado y la escrupulosa búsqueda de la verdad moral. Así lo entendió Benedicto XVI, quien le beatificó en 2010.

“Diez mil dificultades no hacen una duda”, decía Newman. Pero vencerlas sí hacen un santo. Gracias, san John Henry.

Más información sobre el evento: www.newmancanonisation.com

El mismo autor de la imagen de Santa María Madre, titular de nuestra parroquia, ha ejecutado un boceto de la obra que está realizando para poder tener, por fin, la imagen de nuestro otro titular, el Señor San José, y completar nuestro altar.

Podéis ver el boceto en nuestra parroquia, situado en el lado derecho del altar, junto al hermoso relicario de San Felipe Neri.

El próximo sábado 29 de junio, festividad de San Pedro y San Pablo será ordenado en Córdoba nuestro feligrés NÉSTOR HUERCANO.

La celebración dará comienzo a las 11:30.

Desde el blog queremos felicitar a Néstor por su valiente paso al frente al servicio del Evangelio y del prójimo y le deseamos una vida fructífera.

EL SÁBADO 6 DE JULIO, A LAS 12:30 celebrará su primera eucaristía en NUESTRA PARROQUIA.

¡OS ESPERAMOS A TODOS EN TAN GOZOSAS CELEBRACIONES!

No obstante, si queréis escuchar de su voz el testimonio de su vocación, lo podéis hacer en el siguiente enlace, en una entrevista que le realizaron con motivo de su diaconado.

https://www.diocesisdecordoba.tv/tag/nestor-huercano/

El próximo domingo ¡Os esperamos!

Los próximos días miércoles 22, jueves 23 y viernes 24 de mayo celebraremos en nuestra parroquia el tríduo en honor a San Felipe Neri.

El horario de las eucaristías será el habitual de las 20:00.

Culminaremos el triduo con La función principal el domingo 26 de mayo, también a las 20:00.

Todas las celebraciones estarán predicados por d. Manuel Palma Ramírez, director del centro de estudios teológicos de Sevilla.

LECTURA: «Juan 8, 51-59»

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: «Os aseguro: quien guarda mi palabra no sabrá lo que es morir para siempre.»

Los judíos le dijeron: «Ahora vemos claro que estás endemoniado; Abrahán murió, los profetas también, ¿y tú dices:»Quien guarde mi palabra no conocerá lo que es morir para siempre»? ¿Eres tú más que nuestro padre Abrahán, que murió? También los profetas murieron, ¿por quién te tienes?»

Jesús contestó: «Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. El que me glorifica es mi Padre, de quien vosotros decís: «Es nuestro Dios», aunque no lo conocéis. Yo sí lo conozco, y si dijera: «No lo conozco» seria, como vosotros, un embustero; pero yo lo conozco y guardo su palabra. Abrahán, vuestro padre, saltaba de gozo pensando ver mi día; lo vio, y se llenó de alegría.»

Los judíos le dijeron: «No tienes todavía cincuenta años, ¿y has visto a Abrahán?»

Jesús les dijo: «Os aseguro que antes que naciera Abrahán, existo yo.»

Entonces cogieron piedras para tirárselas, pero Jesús se escondió y salió del templo.

MEDITACIÓN: «Guarda mi palabra»

Nos acercamos a la semana santa y voy sintiendo con más fuerza los motivos que llevaron a aquellos hombres a llevarte a la muerte. Eres atrevido, molesto, arrogante, Te arrogas la autoridad de Dios para desacreditar a los especialistas en religión, a quienes te atreves a decir que no conocen a Dios. Me gustaría tener el mismo valor para decir las cosas como tú, pero sobre todo, me gustaría vivirlas.

Yo soy de los que digo que te creo y te sigo. Creo conocer tus palabras pero tengo que reconocer que muchas veces mi vida no se mueve desde ellas. Pero, al menos reconozco que sí, que es verdad. Tus palabras saben a vida. Tus palabras expanden el corazón, Desatan los deseos más ricos y nobles que laten en mí. Mi pobreza humana, mis incoherencias, las difuminan, pero cuando te escucho tengo la convicción de que si yo y todos los hombres te acogiésemos, el mundo sería otro, el hombre sería otro, el dolor inútil, la miseria, la violencia, las injusticias no tendrían cabida.

La fuerza y el dramatismo que tienen tus afirmaciones en este momento hacen prender como una llama nueva en mi interior. Me urgen a una especie de renovación, de reformulación de mis actitudes. El mundo necesita vida, no tanta muerte. Yo necesito vida, y deseo aportarla en la medida de mis fuerzas. Creo en la vida de ahora, y en la de luego a la que tú me asomas, y eso me impulsa porque despierta mi esperanza.

ORACIÓN: «Descubrir la vida»

Gracias, Señor, porque me haces sentirme abierto y con capacidad para descubrir siempre un más adentro y un más allá de lo que creo saber o de lo que creen saber los que dicen que saben. Gracias porque tu Espíritu sigue siendo libre y se empeña en dirigirnos a ti y sale a mi encuentro como fuerza para hacer frente a los obstáculos de mi interior y del exterior.

Y perdona, Señor, perdona mis miedos, mis comodidades, mis gestos que no generan vida, que ofrecen tristeza, dolor, indiferencia, negación, rechazo, muerte. Ayúdame a descubrir la vida que has puesto en mí. Ayúdame a descubrir todos los signos de vida que puedo aportar, y que ningún miedo me frene para realizarlos.

CONTEMPLAR: «Pensar en ti»

Pensar en ti

acelera mi pulso,

descubre mis sombras,

y despierta mis ansias

de vida.

Renuevas así

lo más íntimo

de mi intimidad,

y una fuerza,

intensa y misteriosa

me atraviesa,

y me impulsa

a romper mis nudos

y salir a tu paso,

a nuestro encuentro.

LECTURA: «Juan 8, 31-42»

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos que habían creído en él: «Si os mantenéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.»

Le replicaron: «Somos linaje de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: «Seréis libres»?»

Jesús les contestó: «Os aseguro que quien comete pecado es esclavo. El esclavo no se queda en la casa para siempre, el hijo se queda para siempre. Y si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres.

Ya sé que sois linaje de Abrahán; sin embargo, tratáis de matarme, porque no dais cabida a mis palabras. Yo hablo de lo que he visto junto a mi Padre, pero vosotros hacéis lo que le habéis oído a vuestro padre.»

Ellos replicaron: «Nuestro padre es Abrahán.»

Jesús les dijo: «Si fuerais hijos de Abrahán, haríais lo que hizo Abrahán. Sin embargo, tratáis de matarme a mí, que os he hablado de la verdad que le escuché a Dios, y eso no lo hizo Abrahán. Vosotros hacéis lo que hace vuestro padre.»

Le replicaron: «Nosotros no somos hijos de prostitutas; tenemos un solo padre: Dios.»

Jesús les contestó: «Si Dios fuera vuestro padre, me amaríais, porque yo salí de Dios, y aquí estoy. Pues no he venido por mi cuenta, sino que él me envió.»

MEDITACIÓN: «La verdad os hará libres»«La verdad os hará libres»

Este tenso diálogo me hace comprender la fuerza que llenaba tu interior y el valor que hace falta, sean cuales sean las consecuencias, para manifestar lo que uno lleva en el corazón. Tocas temas vitales a los que casi nos da miedo asomarnos. Hablas de la verdad, cuando cada uno, y yo mismo, nos encerramos en nuestra verdad a medias, que siempre queremos imponer, y la verdad que se impone por la fuerza no sirve, pierde su fuerza de verdad.

Pero la verdad de la que hablas no es la de los saberes. Es la que afecta a la existencia más profunda y auténtica, la que construye nuestra realidad humana, y ahí hay una señal que la autentifica, la libertad. Porque la verdad auténtica libera. La verdad genera corazones enteros, nobles, constructores de justicia, de paz, de humanidad. Lo que me condiciona, me ata, lo que no me deja ser yo mismo y sacar lo más noble que hay en mí, no puede estar apoyado en ninguna verdad.

Y tu palabra, la que nos trasmites de tu Padre, de nuestro Padre Dios, es una palabra que siempre construye vida, se abre al hombre, a sus necesidades y carencias, a su dignidad.

Tanto dolor en nuestro mundo, en nuestras casas, en mi corazón, es porque seguimos asentados, atados a «nuestras» verdades, que no traen vida, la reducen y la quitan. Y a mí me interpelas con la misma fuerza que aquellos interlocutores tuyos para que tome postura. Me invitas a ponerme a tu lado, a sentirme enviado también por él, como tú, para ser portador de vida, portador y hacedor de bien.

ORACIÓN: «Abre mi corazón»

Señor, abre mi corazón a tu verdad, que es la verdad cargada y propagadora de vida. Que ella me ayude a tener siempre una mente y un corazón abierto, disponible, dispuesto a escuchar, a aceptar, a cambiar.

Enséñame el rostro de la verdadera libertad, que no es el hacer lo que me da la gana y cuando quiera, sino la que pone continuamente delante la posibilidad de optar por todo lo bueno, lo verdadero, lo bello, lo que construye y me construye.

CONTEMPLAR: «Tu verdad»«Tu verdad»

Siento un poco de miedo,

tu verdad me sobrepasa,

me conmueve y me inquieta,

porque sé que me llama

a salir de mí,

de mis esquemas reducidos,

cómodos e interesados.

Pero la fuerza de tu palabra

me quema por dentro

y despierta la fuerza

de mis mejores deseos.

Y tu mirada cargada de amor

me atrae,

con una fuerza irresistible,

que me introduce

en un sentimiento profundo

de paz

que me libera.

LECTURA: «Juan 8, 21-30»

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: «Yo me voy y me buscaréis, y moriréis por vuestro pecado. Donde yo voy no podéis venir vosotros.»

Y los judíos comentaban: «¿Será que va a suicidarse, y por eso dice: «Donde yo voy no podéis venir vosotros»?»

Y él continuaba: «Vosotros sois de aquí abajo, yo soy de allá arriba: vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo. Con razón os he dicho que moriréis por vuestros pecados: pues, si no creéis que yo soy, moriréis por vuestros pecados.»

Ellos le decían: «¿Quién eres tú?»

Jesús les contestó: «Ante todo, eso mismo que os estoy diciendo. Podría decir y condenar muchas cosas en vosotros; pero el que me envió es veraz, y yo comunico al mundo lo que he aprendido de él.»

Ellos no comprendieron que les hablaba del Padre. Y entonces dijo Jesús: «Cuando levantéis al Hijo del hombre, sabréis que yo soy, y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el Padre me ha enseñado. El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo; porque yo hago siempre lo que le agrada.»

Cuando les exponía esto, muchos creyeron en él.

MEDITACIÓN:

Sí, es verdad, yo soy de aquí abajo, a veces de muy abajo, y no soy capaz de mirar más allá de a ras de tierra. Lo malo es que muchas veces pienso que las cosas sólo se pueden ver desde esa perspectiva, chata, rastrera, y termino viendo todo raquíticamente, las personas, los acontecimientos, a mí mismo.

Tú me abres una y otra ves el horizonte. Te empeñas en mostrarme la grandeza de las cosas, el misterio profundo que late en ellas, en el hombre, en la historia, en mí mismo. Y, aunque me cueste, necesito tener ese horizonte abierto. Necesito saber que todo es mucho más rico y profundo que lo que veo y que lo que tratan de enseñarme muchos, que como yo tienen la vista y el corazón encogido. Necesito y quiero abrirme a toda esa riqueza, a toda esa verdad que late en el corazón de todo hombre, porque tú lo has puesto en él.

Tú te has manifestado como el hombre más libre de todos al mismo tiempo que te manifestabas no haciendo nada por tu cuenta, sino aquello que el Padre te decía. Y así nos enseñas que la referencia, la «dependencia» de Dios no hace esclavos, no hace alienados ni seres dependientes, sino auténticos hombres libres, capaces de poner su vida al servicio de los otros, en una actitud liberadora que lleva hasta las últimas consecuencias. La dureza del corazón humano me confirman tus palabras, por eso tu llamada a la conversión me seduce. Y la necesito.

ORACIÓN: «Ábreme a ti»

Señor, levántame de mi suelo. Enséñame a ver el tesoro escondido en mi corazón que me habla de tu verdad, de tu amor, del amor limpio y transparente a todos.

Dame ojos profundos y limpios para ver la grandeza y dignidad de todo ser humano, de la mía propia, y que sea capaz de contribuir a defenderla siempre.Dame ojos profundos y limpios para ver la grandeza y dignidad de todo ser humano, de la mía propia, y que sea capaz de contribuir a defenderla siempre.

Ábreme a ti y a tu palabra. Que descubra en ella toda la fuerza liberadora que posee, para mí y para los demás. Que ella me permite romper las amarras de todo lo que me aprisiona y no me deja ser yo mismo, todo lo que anula el señorío de mis opciones. Porque sólo en ti late la verdad profunda de lo que somos y de lo que estamos llamados a ser para hacer un hombre y un mundo más humano y humanizador.

CONTEMPLACIÓN: «Eres mío»«Eres mío»

Te veo levantado ante mí,

tu mirada noble

que me habla de perdón.

Tus brazos abiertos,

dispuestos a acogerme,

tus labios entreabiertos

que me dicen:

Eres mío.

Y yo en mi desconcierto,

e inmerso en mis ataduras,

elevo temblorosa mi mirada,

envuelto en mi propia duda.

Y siento el deseo

de arrojarme a ti,

con todas mis fuerzas,

para fundirme contigo,

y dejar que mi corazón,

lata , un instante,

al ritmo de la locura del tuyo.

LECTURA: «Juan 8, 1-11»

En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba.

Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio y, colocándola en medio, le dijeron: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adulteras; tu, ¿que dices?»

Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo.

Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra.» E inclinándose otra vez, siguió escribiendo.

Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos. Y quedó solo Jesús, con la mujer, que seguía allí delante.

Jesús se incorporó y le preguntó: «Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?»

Ella contestó: «Ninguno, Señor.»

Jesús dijo: «Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más.»

MEDITACIÓN: «Tampoco yo te condeno»

Qué fácil es ver los defectos de los demás. Con qué facilidad soy capaz de juzgar y de condenar aquello que yo mismo justifico en mí con mil excusas. Los errores que los demás cometen son siempre por mala voluntad, los míos por limitaciones. Es así como funcionamos casi todos. Y así creamos muros entre los hombres, y así nos ponemos por encima de los demás, colocando etiquetas y condenando con una facilidad pasmosa. No nos importa ni el dolor que pueda haber detrás, ni los condicionamientos, ni la historia.

Y, ante esta realidad, de nuevo me das una lección de misericordia, de coherencia y de comprensión, de perdón, y de sinceridad. Me haces descubrir las innumerables oportunidades continuas que me has ido dando a lo largo de mi vida, aunque me cueste reconocerlas, porque no me paro a pensarlas. Y experimento en lo más profundo de mí las continuas ocasiones en las que tienes que escribir en el suelo, como aquel que no se entera, para seguir ofreciéndome continuas oportunidades para retomar mis interesadas y superficiales actitudes.

Así me permites y me enseñas, con tu infinita paciencia y misericordia, a indagar en mi intimidad para descubrir lo que de verdad me mueve, lo que de verdad late en lo profundo de mis deseos, los motivos turbios que aún siguen empañando la claridad y la limpieza de mis opciones. Ahí descubro tu amor y tu ausencia de condenas. No para justificarme y seguir inmerso en mi oscuridad, sino para descubrirme en mis posibilidades abiertas, y construirme desde lo mejor, desde lo más noble, desde la verdad que has impreso en mí corazón.Así me permites y me enseñas, con tu infinita paciencia y misericordia, a indagar en mi intimidad para descubrir lo que de verdad me mueve, lo que de verdad late en lo profundo de mis deseos, los motivos turbios que aún siguen empañando la claridad y la limpieza de mis opciones. Ahí descubro tu amor y tu ausencia de condenas. No para justificarme y seguir inmerso en mi oscuridad, sino para descubrirme en mis posibilidades abiertas, y construirme desde lo mejor, desde lo más noble, desde la verdad que has impreso en mí corazón.

ORACIÓN: «Esperando en mí»

Perdóname, Señor, por todas las veces que no mido por el mismo rasero a mí y a los demás. Perdona mi visión cerrada y egoísta, que ponen de manifiesto mi pobreza humana. Perdona la facilidad con la que condeno. Las veces que rechazo en otros lo que yo mismo porto en mi interior.

Y gracias, porque me descubres que lo tuyo no es el condenar. Que lo tuyo es perdonar, es amar, y desde ahí sigues confiando y esperando en mí. Porque así me descubres que en mí siempre habrá, como en todo hombre, una puerta abierta para poder expresar y manifestar lo más bello de nosotros.Y gracias, porque me descubres que lo tuyo no es el condenar. Que lo tuyo es perdonar, es amar, y desde ahí sigues confiando y esperando en mí. Porque así me descubres que en mí siempre habrá, como en todo hombre, una puerta abierta para poder expresar y manifestar lo más bello de nosotros.

CONTEMPLAR: «Abres las puertas»

Me conmueve tu fuerza

y tu ternura.

Me fascina tu capacidad

de amar y perdonar.

Me duele ponerme ante ti

desde mi realidad pecadora;

pero siento tu mirada acogedora

y tu palabra suave

que me atrae, me consuela

y me estimula.

Así abres las puertas

de mi desvanecida esperanza

y dejas que un rayo de luz

atraviese el espesor

de mis nubes oscuras,

me permita vislumbrar

el azul de mi cielo

y el sol que quiere

derretir mi hielo.

LECTURA: «Juan 8, 1-11″

En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba.

Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?»

Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo.

Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra.» E inclinándose otra vez, siguió escribiendo. Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos. Y quedó solo Jesús, con la mujer, en medio, que seguía allí delante.

Jesús se incorporó y le preguntó: «Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿ninguno te ha condenado?» Ella contestó: «Ninguno, Señor.»

Jesús dijo: «Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más.»

MEDITACIÓN: «Tampoco yo te condeno»«Tampoco yo te condeno»

Sí, puede ser que haya muchas normas, buenas, santas y necesarias normas, que traten de dar respuesta a los desmanes que los hombres hacemos de mil maneras, y especialmente aquellos que inciden de forma fuertemente negativa en los demás. Hay muchas actitudes, también, que no tienen una condena legal, pero que suponen un desprecio o una crítica que nos etiqueta y hace que provoquemos rechazos, vacíos y dolor.

Ante todos ellos tu actitud no es de justificación ni de condena, sino de aviso y de misericordia para todos. Tu actitud no es la de eliminar al hombre, sino la de ayudarle a sanar su corazón. En aquel acontecimiento turbio en el que te intentaron inmiscuir para hacerte caer, todos tuvieron algo que aprender más allá de las leyes. Y es que antes que ver en el otro a un enemigo, hay que ver a un hombre, a una mujer, a un ser humano sufriente, y no para aplastarlo, sino para perdonarlo y dignificarlo.

Todavía nos cuesta aprender esta lección, todavía parece que necesitamos más años o siglos de historia para humanizarnos. En el mejor de los casos todavía existe un tira y afloja en nuestro corazón que se mueve entre tus sentimientos y los nuestros, y un deseo sincero de aprender humanidad de ti.

ORACIÓN: «Limpiar mi mente y mi corazón»«Limpiar mi mente y mi corazón»

Gracias, Señor, porque si ésta no fuera tu actitud, no podría ponerme frente a ti. Gracias porque me permites ser consciente de mis errores y de mis limitaciones. Y, gracias, sobre todo, porque a pesar de ellos, me sigues mirando con amor, esperando siempre mi respuesta a la altura de tu confianza, de tu apuesta por mí.Gracias, Señor, porque si ésta no fuera tu actitud, no podría ponerme frente a ti. Gracias porque me permites ser consciente de mis errores y de mis limitaciones. Y, gracias, sobre todo, porque a pesar de ellos, me sigues mirando con amor, esperando siempre mi respuesta a la altura de tu confianza, de tu apuesta por mí.

Perdóname, una vez más, como tantas veces me tienen que perdonar los que están a mi lado, a los que hiero queriendo o sin querer. Y dame ilusión y fuerza para limpiar mi mente y mi corazón.Perdóname, una vez más, como tantas veces me tienen que perdonar los que están a mi lado, a los que hiero queriendo o sin querer. Y dame ilusión y fuerza para limpiar mi mente y mi corazón.

CONTEMPLACIÓN: «Un tiempo nuevo»

Podrías lanzar

no una piedra,

sino una losa sobre mí,

si tuvieses que aplastar

lo que hay de oscuro

en mi corazón.

Pero vuelcas,

una y otra vez,

una mirada de ternura

y de compasión,

y con ellas una palabra

que quiere levantarme

de mi postración,

que quiere devolverme

mi dignidad difuminada,

no sólo por los otros,

sino por mí.

Y así despiertas mi esperanza

que se abre como un arco iris

anunciando un pacto de amor:

la posible llegada

de un tiempo nuevo,

de la salida de un nuevo sol

en mi propio interior,

que ilumine mi camino

con una nueva luz.

Fuente: http://obispadodetenerife.es

LECTURA: «Juan 7, 40-53»

En aquel tiempo, algunos de entre la gente, que hablan oído los discursos de Jesús, decían: «Éste es de verdad el profeta.» Otros decían: «Éste es el Mesías.» Pero otros decían: «¿Es que de Galilea va a venir el Mesías? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David, y de Belén, el pueblo de David?» Y así surgió entre la gente una discordia por su causa. Algunos querían prenderlo, pero nadie le puso la mano encima.

Los guardias del templo acudieron a los sumos sacerdotes y fariseos, y éstos les dijeron: «¿Por qué no lo habéis traído?» Los guardias respondieron: «Jamás ha hablado nadie como ese hombre.»

Los fariseos les replicaron: «¿También vosotros os habéis dejado embaucar? ¿Hay algún jefe o fariseo que haya creído en él? Esa gente que no entiende de la Ley son unos malditos.»

Nicodemo, el que había ido en otro tiempo a visitarlo y que era fariseo, les dijo: «¿Acaso nuestra ley permite juzgar a nadie sin escucharlo primero y averiguar lo que ha hecho?» Ellos le replicaron: «¿También tú eres galileo? Estudia y verás que de Galilea no salen profetas.»

Y se volvieron cada uno a su casa.

MEDITACIÓN: «Como ese hombre»

¿Por qué vivimos tan cerrados en nosotros mismos, en nuestros criterios? ¿Por qué ponemos coto a nuestra capacidad de descubrir nuevas dimensiones de la realidad, nuevas posibilidades de la historia y, sobre todo, de Dios? Y la respuesta pienso que siempre es el miedo a desestabilizarnos, a quitarnos las seguridades que necesitamos para mantenernos aferrados a algo, y así, nos encerramos en un cuadrado ridículo, incluso a ti, Señor.

Tú, Señor, nos trajiste una palabra nueva, una visión nueva, nos descubriste un nuevo rostro de Dios, que no encajaba con muchas expectativas, como ahora sigue sin encajar en la de muchos, tal vez también en mí, y me alegra que sea así. Me alegra que no podamos meterte en nuestros esquemas, que no podamos manejarte, que nos desconciertes de mil maneras.

Así, nos vas enseñando la necesidad de estar abiertos, atentos a lo que el Espíritu dice cuando quiere y desde donde quiere. Y aunque me desconcierte me gusta, porque me manifiestas tu libertad, tu grandeza, tu presencia en todo lo bueno y lo bello, allí donde hay amor, como dijo el apóstol. Y me invitas a estar con ojos y oídos abiertos, sin prejuicios, para encontrarte donde menos me lo espero, tal vez donde menos me gusta, pero seguro que es para enseñarme por donde tienen que caminar mis pasos.Espíritu dice cuando quiere y desde donde quiere. Y aunque me desconcierte me gusta, porque me manifiestas tu libertad, tu grandeza, tu presencia en todo lo bueno y lo bello, allí donde hay amor, como dijo el apóstol. Y me invitas a estar con ojos y oídos abiertos, sin prejuicios, para encontrarte donde menos me lo espero, tal vez donde menos me gusta, pero seguro que es para enseñarme por donde tienen que caminar mis pasos.

ORACIÓN: «Vuélvete hacia mí»«Vuélvete hacia mí»

Quiero darte las gracias al recordarme tu libertad, tu grandeza, tus opciones, que me retan porque me abren a dimensiones nuevas. Porque ponen a prueba la verdad de mi seguimiento, la autenticidad de mi fe en ti, mi capacidad de entusiasmo, de lucha, de esfuerzo, que me hacen crecer, que me llevan a salir de mi pequeño yo encerrado y salir a tu encuentro, y al encuentro de mis hermanos, especialmente los más frágiles.

Necesito pedirte tu fuerza, tu luz, incluso hasta que me violentes cuando caiga en la tentación de evadirme, de disculparme, de encerrarme, de pararme, de parapetarme detrás de toda una serie de excusas que ni yo mismo creo. Creo en la fuerza del amor, aunque pueda parecer a veces debilidad. Creo que sólo él puede cambiar el corazón del hombre, del mundo, y mi pobre corazón cobarde. Vuélvete hacia mí, escucha mis anhelos, y ayúdame a caminar a tu lado.Necesito pedirte tu fuerza, tu luz, incluso hasta que me violentes cuando caiga en la tentación de evadirme, de disculparme, de encerrarme, de pararme, de parapetarme detrás de toda una serie de excusas que ni yo mismo creo. Creo en la fuerza del amor, aunque pueda parecer a veces debilidad. Creo que sólo él puede cambiar el corazón del hombre, del mundo, y mi pobre corazón cobarde. Vuélvete hacia mí, escucha mis anhelos, y ayúdame a caminar a tu lado.

CONTEMPLACIÓN: «Rompe las barreras»«Rompe las barreras»

Reconozco mis miedos, Señor,

y cómo ellos me cierran

el paso decidido hacia ti

y hacia todos los que esperan

algo de mí.

Rompe las barreras que me frenan,

levanta mi corazón,

que parece cejar en su latir;

abre mis ojos a tu presencia,

déjame penetrar en ti,

y haz que llegue a descubrir

tu inmenso amor por mí.

Fuente: http://obispadodetenerife.es

LECTURA: «Juan 7, 1-2. 10. 25-30»

En aquel tiempo, recorría Jesús la Galilea, pues no quería andar por Judea porque los judíos trataban de matarlo. Se acercaba la fiesta judía de las tiendas.

Después que sus parientes se marcharon a la fiesta, entonces subió él también, no abiertamente, sino a escondidas.

Entonces algunos que eran de Jerusalén dijeron: «¿No es éste el que intentan matar? Pues mirad cómo habla abiertamente, y no le dicen nada. ¿Será que los jefes se han convencido de que éste es el Mesías? Pero éste sabemos de dónde viene, mientras que el Mesías, cuando llegue, nadie sabrá de dónde viene.»

Entonces Jesús, mientras enseñaba en el templo, gritó: «A mí me conocéis, y conocéis de dónde vengo. Sin embargo, yo no vengo por mi cuenta, sino enviado por el que es veraz; a ése vosotros no lo conocéis; yo lo conozco, porque procedo de él, y él me ha enviado.»

Entonces intentaban agarrarlo; pero nadie le pudo echar mano, porque todavía no había llegado su hora.

MEDITACIÓN: «Yo lo conozco»

Me gusta tu sinceridad y tu prudencia. Ya habías dicho en alguna ocasión que había que combinar la sencillez con la sagacidad. Y cuando se trata de ponerse ante un opositor, en el que el único argumento es la fuerza, hay que saber utilizar esa sagacidad o esa prudencia, y tú sabes hacerlo. No se trata de ir de «echado para adelante» en la vida, sin más. Puede chocarnos verte intentando esconderte, o escabulléndote con prisa, pero en casos extremos hay que recurrir también a actitudes más drásticas, sobre todo si uno tiene claro que hay que conseguir un objetivo, como tú lo tenías.

Y me confunde siempre la fuerza de tu palabra, que produce la atracción o el rechazo. Siempre es así cuando uno no se anda con medias tintas. También lo dijiste: «Ay, si todo el mundo habla bien de vosotros», porque eso suele ser sospechoso. Tengo que reconocer que no me gusta el conflicto y, a veces, trato de acomodarme para quedar bien con todos, por lo que lo más normal es terminar quedando mal con todos.

Afirmas que vienes enviado «por el que es veraz», y eso es un atrevimiento, entonces y ahora. Hablar de verdad provoca casi rechazo de antemano. La verdad no es más que la de uno mismo, por eso nos es tan difícil el diálogo. Es más fácil y más seguro cerrarme en mis principios que reconocer la verdad o la parte de verdad que hay en el otro, porque eso me obligaría a cambiar, a modificar actitudes, y eso hiere mi orgullo, o me puede poner en contra de muchos que rechazarían mi opción. En resumen, el miedo me frena a abrirme a la verdad, a tu verdad, a caminar gozosamente en su búsqueda. Me digo libre, pero lo cierto es que estoy más condicionado de lo que quisiera, desde dentro de mí mismo y desde fuera. Y en ti encuentro la fuerza para liberarme.

ORACIÓN: «Testigo de tu verdad»

Señor, dame la lucidez suficiente para saber cómo debo actuar en cada momento. Sé que no se trata de ir de héroe por la vida, aunque sea por ti. Se trata de ser capaz de responder en cada momento a la luz de la prudencia y del sentido común puestos a tu servicio. Sé que siempre puede existir el riesgo de evadirme, pero dame capacidad y sinceridad para discernir.

Deseo responder a los acontecimientos desde ti y ser testigo de tu verdad. Necesito valentía para ser así de libre en medio de tantos condicionamientos y de tantas presiones a las que me enfrento, pero sé que contigo puedo. Acompáñame, Señor.Deseo responder a los acontecimientos desde ti y ser testigo de tu verdad. Necesito valentía para ser así de libre en medio de tantos condicionamientos y de tantas presiones a las que me enfrento, pero sé que contigo puedo. Acompáñame, Señor.

CONTEMPLACIÓN: «En mi corazón»«En mi corazón»

Señor,

me pongo ante ti.

Reconozco los miedos

que me atenazan;

las contradicciones

que brotan en mi interior,

que me acercan a ti

y al mismo tiempo

me distancian.

Entra en mi corazón

confuso;

susúrrale palabras de paz;

serena esa inquietud

que le turba,

llénalo todo de Ti.

Fuente: http://obispadodetenerife.es

LECTURA: «Juan 5, 31-47»

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: «Si yo doy testimonio de mi mismo, mi testimonio no es válido. Hay otro que da testimonio de mí, y sé que es válido el testimonio que da de mí.

Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad. No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para que vosotros os salvéis. Juan era la lámpara que ardía y brillaba, y vosotros quisisteis gozar un instante de su luz.

Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido realizar; esas obras que hago dan testimonio de mí: que el Padre me ha enviado.

Y el Padre que me envió, él mismo ha dado testimonio de mí. Nunca habéis escuchado su voz, ni visto su semblante, y su palabra no habita en vosotros, porque al que él envió no le creéis.

Estudiáis las Escrituras pensando encontrar en ellas vida eterna; pues ellas están dando testimonio de mí, ¡y no queréis venir a mí para tener vida! No recibo gloria de los hombres; además, os conozco y sé que el amor de Dios no está en vosotros.

Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibisteis; si otro viene en nombre propio, a ése si lo recibiréis.

¿Cómo podréis creer vosotros, que aceptáis gloria unos de otros y no buscáis la gloria que viene del único Dios? No penséis que yo os voy a acusar ante el Padre, hay uno que os acusa: Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza. Si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. Pero, si no dais fe a sus escritos, ¿cómo daréis fe a mis palabras?»

MEDITACIÓN: «Tener vida»«Tener vida»

Es como una obsesión, como si no te lo creyeses, Señor. Has venido a traer vida pero rechazamos la vida, es como si fuese increíble para ti. Vienes a ofrecernos el sentido de nuestro horizonte, a abrirnos la puerta que nos abre el misterio de la existencia, y parece que no encontramos valor a eso.

Pienso a veces, Señor, que no es cuestión del futuro que nos ofreces. El problema está en que ese futuro pasa por el presente, y que el futuro que nos ofreces de plenitud de vida conlleva optar por la vida desde el aquí y ahora, y en ese punto tropezamos. No cabe duda de que eso complica mi vida. Es más fácil creer sin más y ya está, lo demás, los comportamientos, las actitudes, no importan, es una cosa entre tú y yo.

Tu vida ha sido el testimonio de que a la vida se llega construyendo vida. Que creer en Dios y en nuestra plenificación no es cuestión de evasión, sino de dar un sentido y un giro a nuestra forma de ser, de actuar, de responder con coherencia de vida. No se puede optar por la vida desde signos de muerte. No se puede hablar de plenitud en el amor, si construyo individualismo.

Me hablas constantemente de que Dios es tu Padre y mi Padre. Con ello me abres la dimensión de la fraternidad, del servicio, y ahí, aunque lo entiendo y lo deseo, tropiezo.Me hablas constantemente de que Dios es tu Padre y mi Padre. Con ello me abres la dimensión de la fraternidad, del servicio, y ahí, aunque lo entiendo y lo deseo, tropiezo.

Pero, Señor, tú lo sabes, quiero ser contigo y desde ti constructor de vida.Pero, Señor, tú lo sabes, quiero ser contigo y desde ti constructor de vida.

ORACIÓN: «Optar por la vida»«Optar por la vida»

Tengo que acudir cada día a ti, Señor, para pedirte tu fuerza, para pedirte que no me falte la cercanía de tu palabra. Creo que eres el Dios de la vida, y deseo que todos mis gestos, desde los más insignificantes a los más importantes, estén marcados por ser portadores de vida. Tengo que acudir cada día a ti, Señor, para pedirte tu fuerza, para pedirte que no me falte la cercanía de tu palabra. Creo que eres el Dios de la vida, y deseo que todos mis gestos, desde los más insignificantes a los más importantes, estén marcados por ser portadores de vida.

Acompaña mi caminar, ayúdame a reconocer continuamente cuando me aparto de este deseo tuyo y mío. Que sepa entender que casi siempre optar por la vida supone darla, ponerla al servicio de los otros, porque la vida ante todo es un don que nos regalas para que redunde en vida para todos. Que lo entienda cada vez con más fuerza y que lo realice, Señor.Acompaña mi caminar, ayúdame a reconocer continuamente cuando me aparto de este deseo tuyo y mío. Que sepa entender que casi siempre optar por la vida supone darla, ponerla al servicio de los otros, porque la vida ante todo es un don que nos regalas para que redunde en vida para todos. Que lo entienda cada vez con más fuerza y que lo realice, Señor.

CONTEMPLACIÓN: «Tu aliento»

Mi aliento es tu aliento.

Mi mirada es la tuya.

Mis latidos son un milagro

diario de tu amor.

Siento que tu vida

alimenta la mía,

y sólo deseo

que también mi vida

alimente la de mis hermanos,

Señor.

Fuente: http://obispadodetenerife.es

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